Friday, February 11, 2011

La presencia de Jesús...

por Nicole Tardio, Misionera del Verbo Encarnado sirviendo en Mongu, Zambia

La semana pasada un tema me vino a la cabeza constantemente. A través de la gente con quien me encuentro y siguiendo el llamado a ser como Jesús para los demás, una y otra vez sentí la necesidad de poner atención a la presencia de Jesús en mi vida.
Durante la celebración de la misa, la noche del miércoles, celebramos la Presentación del Niño Jesús en el templo. Aquí en Mongu, la gente celebra todos sus Religiosos Consagrados. Esta es una misa en la que todos llegan para rezar y celebrar juntos el llamado/la vocación a la vida religiosa. Fue una celebración lindísima donde la gente canta y baila, y con la participación de las Hermanas, Hermanos, y Sacerdotes de la arquidiócesis.  Durante la misa, una de las Hermanas Misioneras Comboni fue invitada a dar la homilía. Ella nos habló de una manera muy hermosa sobre como nosotros podemos ser como Jesús para los demás simplemente siendo como somos. Me gustaría compartir con ustedes esta reflexión…
Ella nos contó la historia de un sacerdote mayor que fue a vivir como misionero a un pueblito en Africa. Por su edad, a él le costó mucho trabajo aprender el lenguaje, pero a pesar de ello, él visitaba los enfermos y los que vivían en soledad; los acompañaba en su dolor y sufrimiento, y los tomaba de la mano para hacerlos sentir mejor. El también compartía el tiempo jugando con los niños – aprendía sus juegos y pasaba horas riéndose con ellos y aprendiendo de ellos. Después de mucho tiempo viviendo allí, se enfermó y murió; ahí mismo en el pueblito. La gente celebró su vida y lo enterraron allí mismo, junto a todas sus familias y seres queridos.
Al poco tiempo después de la muerte del sacerdote, llego un misionero joven al pueblo. Aprendió el lenguaje rápidamente y empezó a enseñar a la gente sobre Jesús. Se reunió con los niños y les conto la vida de Jesús: que vivió en la tierra tiempo atrás, que fue cariñoso y compasivo, que curo a los enfermos y acompañaba a la gente que sufría. El misionero enfatizó el amor de Jesús por los niños y el gran cariño que tiene a cada uno de ellos. Inmediatamente, los niños le dijeron al misionero que sabían exactamente quien era Jesús – y que Él no había muerto hace mucho tiempo, sino que había muerto hacía muy poco y ahí mismo en su PROPIO pueblo!!!
Este cuento es muy sencillo y muy bonito. Me hace reflexionar en que lo que puedo hacer no es necesariamente lo más importante. Lo más importante es mi forma de ser y la manera como vivo. Me ayuda a tener presente que debo ser como soy y tratar a cada persona con amor.
El pasado fin de semana, el sábado en la mañana, mientras iba camino a mi casa después de salir de la misa, decidí comprar algo dulce para desayunar. Buscaba a alguien vendiendo “fritas” (es como una bola de mazapán dulce del tamaño de un puño que se fríe – la primera vez que lo probé supe que había encontrado como remplazar las donas… delicioso! J).
Cerca de casa vi que había un niño agachado al lado de su canasta de “fritas”. No me miro cuando me acerque, así que me agache frente a el y le pedí si podía comprarle dos “fritas”.  Lentamente él alzó la cabeza, y cuando lo mire en los ojos, vi que tenía la sonrisa más bella que jamás había visto. Ahí mismo, en este momento, sentí que estaba mirando directamente a los ojos de Jesús. Mientras seguía en camino a la casa, disfrutando mis “fritas”, no pude hacer nada mas que sonreír. Este pequeño niño me había tocado al corazón y su sonrisa era contagiosa. 

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